EUROPA
PRESS
29 julio
2019
La
genética influye en el microbioma más que el medio
ambiente
La genética tiene un mayor impacto en
el microbioma que el ambiente materno en el parto, al
menos en ratones, según un estudio publicado esta semana en 'Applied and Environmental
Microbiology'. El parto vaginal, conocido por
transferir la microbiota al recién nacido, en
realidad no deja huella microbiana duradera en la descendencia.
"El poderoso efecto de la genética, en comparación con
el medio ambiente, fue sorprendente, asegura Yechezkel
Kashi, jefe del Laboratorio de Genómica y Microbiología Aplicada del Technion - Instituto de Tecnología de Israel. También fue
decepcionante, ya que sugería que los beneficios de los probióticos podrían
durar solo mientras uno los tome".
En el estudio, los investigadores determinaron los microbiomas de dos cepas de ratones de laboratorio: ratones
negros (C57BL / 6J) y ratones blancos (BALB / c), ylos
cruzaron los blancos y negros. En una serie de cruces, la madre era negra,
mientras que en la otra, la madre era blanca. En ambos casos, la descendencia
era del mismo tono de gris y tenía una genética similar, independientemente de
qué padre era negro y cuál blanco.
Los cruces se realizaron porque en los mamíferos, durante el
nacimiento, las madres transfieren microbios de sus canales del parto a la
descendencia. Así, durante el parto, las madres negras y las madres blancas
transmitirían diferentes microbiotas a sus
descendientes.
Y la influencia ambiental materna sobre los microbiomas de la descendencia resultó ser trivial. Los microbiomas de las crías eran similares entre sí,
independientemente de si sus madres eran blancas o negras, lo que demuestra que
la siembra materna durante el parto no se realizó.
Un tercer experimento probó una influencia ambiental
diferente, la fuente de alimento, en el microbioma.
En este experimento, los ratones negros y los ratones blancos se mantuvieron
juntos.
"Los ratones son coprófagos, explica la coautora Hila Korach-Rechtman, científica
principal del Laboratorio de Genómica y Microbiología Aplicada, Technion - Instituto de Tecnología de Israel. Comen heces,
y en cautiverio, comen las heces de sus compañeros de jaula". Como las
heces contienen el microbioma, en este experimento
los ratones blancos fueron expuestos a los microbios de los ratones negros, y
viceversa.
Esto hizo alguna diferencia en los microbiomas,
pero esa diferencia persistió solo mientras los ratones ocuparon las mismas
jaulas. Una vez que se separaron las diferentes cepas de ratones, sus microbiomas volvieron a su composición original, apunta el
doctor Korach-Rechtman.
"Obviamente, no podemos dar a entender que el mismo
modelo se aplicaría a los humanos", puntualiza el doctor Kashi. No
obstante, otra evidencia apoya esa hipótesis. Los estudios han encontrado que
tanto en ratones como en humanos, ciertos genes se correlacionan con especies
microbianas específicas.
La variación genética podría influir en el microbioma intestinal a través de mecanismos tales como
"diferencias en la estructura intestinal de la mucosa, diferencias en el
metabolismo como la secreción de ácidos biliares, actividad del receptor
potencialmente olfativa, y péptidos antimicrobianos y otros determinantes
genéticos del sistema inmunológico", escriben los investigadores.
Para analizar la influencia tanto de la cepa de la madre
como de la coprofagia, los investigadores recogieron
heces de diferentes líneas de ratones puros, y analizaron sus microbiomas mediante la extracción y secuenciación de ADN,
y el análisis bioinformático de las secuencias
resultantes. La conclusión de ambos experimentos: la genética tuvo una gran
influencia en el microbioma, mientas el ambiente
materno y la coprofagia tuvieron poca influencia.